El máximo exponente de ese entramado lo constituye la Sala de Emergencias (SALEM) situada en la sede del Consejo de Seguridad Nuclear, donde varios técnicos hacen guardia de forma permanente y en la que se puede reunir un "gabinete de crisis" en pocos minutos para gestionar cualquier suceso.
Está provista de tecnologías punteras y dotada incluso de comunicación directa y reservada con el presidente del Gobierno.
Hasta esa Sala llegan en tiempo real los datos que proporcionan las casi mil estaciones que miden la radiación de las comunidades autónomas y las propias de cada central nuclear.
Este complejo tecnológico y de comunicaciones se activó el pasado año sólo en dos ocasiones, tras un accidente de tráfico en Málaga en el que se vio involucrado un camión que transportaba material radiactivo y durante un incendio forestal que se aproximó a la central nuclear de Vandellós II.
Además de la guardia permanente, la SALEM prevé que se incorporen desde retenes de emergencias o técnicos expertos en diferentes especialidades, hasta una dotación completa con las más de cuatrocientas personas del Consejo de Seguridad Nuclear.
El acceso a los datos proporcionados por el Instituto Nacional de Meteorología puede ser determinante para localizar el origen de una contaminación y para conocer la trayectoria que puede seguir una nube tóxica.
Y por ello, las medidas de protección frente a emergencias nucleares prevén, según el riesgo, desde el control de accesos a determinadas zonas hasta la evacuación y el realojamiento de poblaciones.
Este artículo está relacionado con el tema de la contaminación y de las energías.
Me parece un tema muy delicado ya que se trata de energía nuclear, que es altamente peligrosa. Los mismos que trabajan con ella lo reconocen y por eso están tomando tantas medidas con las que evitar posibles daños en caso de que fallara algo. Pero en lugar de eso, lo que se tendría que intentar es ir cambiando estas fuentes de energía tan peligrosas por otras. Se editarían todos estos gastos.
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