divendres, 15 de febrer del 2019

Cómo descifrar el enigma de la consciencia humana

Aristóteles creía que el ser humano era la única especie consciente del planeta y defendía que el hombre está en posesión de un alma racional, mientras que el animal solo conserva el instinto necesario para subsistir. En el siglo XVII, René Descartes sostenía que los animales se regían solo por actos reflejos.

Thomas Nagel en 1974 se preguntó como sería ser un murciélago, podemos intentar imaginarnoslo pero ¿acaso eso nos hace sentir ser algo? Si no hay nada que haga que nos sintamos como un murciélago, podemos decir que no tiene consciencia.

El "gran problema" de la consciencia: ¿cómo brota la experiencia subjetiva de la actividad objetiva del cerebro. Se trata de un problema de dualismo: ¿cómo surge la mente de la materia? La respuesta divide a los estudiosos en dos bandos. Daniel C. Dennett defiende la posibilidad de una criatura imaginaria indistinguible de ninguno de nosotros, pero carente de consciencia. Otro equipo rechaza la posibilidad y opinan que tanto si la consciencia es solo fruto de la actividad del cuerpo y del cerebro, como si ineludiblemente viene con todo, es obvio que la compartimos con algunos animales.

EL SUFRIMIENTO

Por otra parte el sufrimiento en animales quizá sea más simple o, en todo caso, distinto del nuestro, pero los experimentos indican que lo sienten. Algunos no están del todo convencidos, Brian Key argumenta que los peces podrían responder como si sintieran dolor, pero eso no demuestra que sientan algo conscientemente. Este añade que la consciencia humana se basa en la amplificación de las señales y la integración global. Key rechaza todas las pruebas conductuales y fisiológicas y se basa solo en la anatomía para respaldar la singularidad humana.

UN MUNDO DE CEREBROS DIFERENTES

Si tales estudios no resuelven la incógnita, quizás ayude la comparación de los cerebros. Susan Greenfield propone que en el reino animal la consciencia crece con el volumen cerebral. Más relevantes que el tamaño serían los aspectos organizativos y operativos que se consideran indicadores de la consciencia. Francis Crick y Anil Seth, han defendido que la consciencia depende de interacciones muy extensas, relativamente rápidas pero de poca amplitud entre el tálamo, un apeadero sensitivo en el centro del cerebro, y la corteza, la sustancia gris radicada en la superficie del órgano. Aseguran que estos bucles talamocorticales ayudan a integrar la información por todo el cerebro y constituyen la base de la consciencia.

 Entre las más acertadas se halla la teoría del espacio de trabajo global, propuesta por Bernard Baars. La idea es que el cerebro humano está organizado en torno a un espacio de trabajo, algo así como una memoria operativa. Cualquier contenido mental, se retransmite al resto del cerebro inconsciente. Esa retransmisión general otorga la consciencia al individuo.

La teoría de la información integrada concebida por Giulio Tononi, define con fundamentos matemáticos una cantidad denominada "fi" como medida del grado en que la información de un sistema se diferencia en partes o se unifica en un todo.

LA MENTE EN EVOLUCIÓN

Conscientes como somos sin género de dudas, los del equipo B suponen que esa facultad debe cumplir una función, como dictar el comportamiento o ponernos a salvo del peligro. Según el otro equipo, la consciencia no tiene una función ni un origen independiente, sostienen que la consciencia es tan solo la actividad de las neuronas y que un día lo aceptaremos. La TII también niega que la consciencia tenga un funcionamiento distinto, pues cualquier sistema con una "fi" lo bastante alta debe ser forzosamente consciente.

Llegamos a la consabida afirmación, aunque mal entendida, de que la consciencia es una ilusión. Este punto de vista no niega la existencia de la experiencia subjetiva, pero reivindica que ni la consciencia ni el yo son lo que parecen.

Ahora bien, la hipótesis ilusionista más conocida es la "teoría de los borradores múltiples" de Dennett: el cerebro es un sistema esencialmente paralelo sin ningún escenario central en el que "yo" visualizo o controlo el mundo. Se procesan sin cesar multitud de borradores de percepciones y pensamientos, pero ninguno es consciente ni inconsciente hasta que se explora el sistema y se desencadena una respuesta.

La consciencia es, pues, una atribución que hacemos después del hecho."La consciencia humana es en sí misma un gran complejo de memes", escribió Dennett y el yo es una "ilusión benigna del usuario".

La respuesta a nuestra pregunta es simple y obvia: el ser humano es único porque solo él es lo bastante inteligente como para creer que hay un "yo" consciente.

Resultado de imagen de la conciencia humana


Esta noticia ha sido extraída de una revista científica, artículo del cual fue publicado por Susan Blackmore. No he encontrado el artículo en Internet, pero podeís pinchar aquí y os llevará a una noticia relacionada muy interesante.