El equipo de investigación de un Instituto Nacional de Salud estadounidense ha conseguido destapar dicho enigma al descubrir la procedencia de las células de la teca, una de las dos tipologías de célula que conforman el folículo ovárico junto con las células de la granulosa.
La repuesta ha resultado todavía más sorprendente que el misterio en sí, ya que las unidades se originan tanto en el interior como en el exterior del ovario, en concreto, de un tejido germinal llamado mesénquima. Sin estas células, las mujeres no pueden crear las hormonas que controlan el proceso de crecimiento del folículo ovárico y por lo tanto se originan anomalías que impiden que la fase de fecundación sea exitosa.
Otro descubrimiento del equipo ha sido la existencia de una línea comunicativa entre el óvulo y estos dos tipos de célula: de la teca y de la granulosa. Esta comunicación permite la producción de hormonas de forma exitosa. Por ejemplo, una característica de las células de la teca es que producen andrógeno, una hormona propia del género masculino, pero al estar en continua relación con las células de la granulosa, estas transformas el andrógeno en estrógeno, la hormona femenina.
Gracias a esta investigación, la tarea de descubrir el origen de muchos trastornos hormonales o problemas de fertilidad, como por ejemplo los ovarios poliquísticos o la falla de ovario prematura, se simplifica con creces. Pues ya se sabe que su causa estará muy probablemente ligada a algún fallo en la comunicación entre dichas células.
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