Udi Qimron y su equipo de la Facultad de Medicina de
la Universidad de Tel Aviv han diseñado un método basado en fagos capaz de
devolver a las bacterias resistentes a su antigua condición de sensibles a los
antibióticos, y que además destruye selectivamente a los gérmenes que no
responden al fármaco.
El abuso de los antibióticos, y hasta su mero uso
reglamentario en los hospitales, están generando una epidemia de bacterias
resistentes a esos mismos fármacos vitales. La Big pharma se emplea a fondo
para desarrollar nuevos antibióticos que maten a las bacterias resistentes a
todos los anteriores, pero esa es una carrera muy difícil de ganar, porque la
naturaleza es más rápida que los farmacólogos.
Una idea bastante útil se abre camino: utilizar fagos (virus bacteriófagos, o que
atacan a las bacterias) contra los microbios que han aprendido a resistir a
nuestros fármacos.
La idea de usar fagos contra las bacterias no es una
novedad. La firma GangaGen, nombre que hace referencia al río Ganges de la
India natal de Ramachandran, donde resulta obvio que las bacterias abundan,
pero también los virus que las infectan, fundada por el científico indio
Janakiraman Ramachandran, lleva más de una década investigando en fagos con
objetivos médicos
Los detalles de la técnica son dificiles: las
bacterias resistentes a los antibióticos reciben fagos modificados (con la técnica de edición genómica crispr-cas) para atacar a los genes que
confieren la resistencia (genes de la beta-lactamasa, una enzima que rompe la
penicilina y sus derivados). Uno de estos fagos integra su genoma en la
bacteria y coexiste con ella, el otro la mata para reproducirse lo más posible.
El resultado final es que la población de bacterias resistentes se vuelve
sensible a los antibióticos.
Los investigadores de Tel Aviv no pretenden por el
momento aplicar sus descubrimientos al tratamiento de pacientes, pero sí a la esterilización
de los quirófanos y demás dependencias hospitalarias, que es donde se genera
buena parte de las bacterias resistentes. Su sistema de fagos, proponen, puede
usarse para tratar las superficies expuestas y como componente de los jabones
de manos que utilizan los cirujanos. Creen que ello podría yugular la
generación de resistencias en su mismísimo cocedero, que son los hospitales
donde se juntan los portadores de todas las bacterias peligrosas que existen
bajo el sol, y todos los antibióticos que ha imaginado la industria en el
último siglo.
Fuente: Aquí
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