Vivimos en tiempos de crisis, no hay nadie que no lo sepa.
Caen empresas de todo tipo, camino a la bancarrota sin poder evitarlo. Inmobiliarias se ven ausentes de clientes y deciden cerrar. Bancos que no reciben devoluciones de los prestamos a constructoras que se han hundido. Azulejeras que hasta hace nada dominaban el mercado se ven obligadas a reducir plantilla para no tener que clausurar su imperio financiero.
La conexión de todas las diversas economías antes mencionadas es una: el mundo de la construcción. La famosa “burbuja inmobiliaria” al fin exploto tras unos años de construcción excesiva y sin control que han llevado a la catástrofe del sector.
El resultado es que este caos financiero ha arrastrado el mundo de la minería con el.
Era obvio; si no hay que construir no hacen falta materiales, si no hay empresas que fabriquen materiales (azulejeras básicamente) no hay demanda de mineral para la contrucción, y en última medida, el mundo se olvida de las minas.
Pero el problema no acaba aquí. Años atrás alguien se dio cuenta de una obviedad oculta: los materiales no son eternos. Cada día quedaban menos minas que explotar y se hallaban nuevos yacimientos con menos facilidad. Este es un caso que viene de hace tiempo, cuando ciertas empresas advirtieron de que la arcilla roja comenzaba a escasear pero no tenían posibilidad de encontrar más debido al problema de hallar nuevas zonas ricas en este mineral y por la dificultad añadida de restricciones de ayuntamientos y quejas a la hora de abrir nuevos yacimientos.
Si sumamos escasez de material (aumento desmesurado del coste del material) y el parón en las ventas (disminución de los ingresos de las empresas) llegamos a la conclusión de que esta estructura financiera esta a punto de desmoronarse. Y empieza desde abajo, ya que son las fabricas azulejeras más pequeñas las que primero tiene que cerrar.
Se han buscado soluciones, como el hecho de buscar material en otras zonas. Teruel es el caso más factible, pero el precio subiría notablemente y además se alteraría el trafico de forma fatal, ya que el paso de camiones dificultaría un tráfico fluido allá por donde pasaran.
Los problemas crecen con el tiempo, y el mes pasado un grupo de mineros se decidieron a encerrarse en señal de protesta por los impagos a los trabajadores, ya que algunos llevaban 6 meses sin cobrar. Los sindicatos tramitaron una huelga que se haría el 3 de este mes, y podría repetirse el 9 y 10 si la situación no mejora.
Conclusión de todo esto, solo que se ha desestabilizado una de las “patas” de la economía de algunas zonas como la nuestra y se han visto afectados muchísimos trabajadores y empresas. El origen del problema no es otro que la avaricia de los que quisieron ser más que multimillonarios con las empresas constructoras.
Fuentes: elmundo.es , levante.com , lasprovincias.es
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