Un grupo de científicos de varias universidades chinas y escocesas lo ha manifiestan en un reciente estudio El “gen de la pereza” explicaría por qué a algunas personas les cuesta tanto moverse o realizar actividad física y, por tanto, poseen un mayor índice de obesidad.
Los investigadores analizaron la química genética y el cerebro de los ratones con una mutación genética del gen SLC35D3, y descubrieron que esta influyó en el peso, la ingesta de alimentos, el metabolismo y los niveles de actividad física de los roedores de laboratorio. El grupo de ratones de control, que no poseían la mutación genética, tomó la misma cantidad de comida que los otros sin sufrir obesidad.
Al parecer esta mutación genética interrumpe la liberación de dopamina (asociada con la recompensa y el placer físico) lo que convertía a los ratones en animales inactivos y más obesos, además de tener niveles más altos de colesterol e hiperlipidemia (más grasa en la sangre).
Los investigadores diseñaron una sustancia química que mejoraba precisamente la liberación de la dopamina en el cerebro. Los resultados no pudieron ser más positivos: los ratones perezosos se volvieron mucho más activos además de perder el exceso de peso que soportaban.
Las conclusiones del estudio apuntan a que es posible alterar el efecto de esta mutación genética de la pereza gracias a un compuesto químico. El siguiente paso será comprobar si estos resultados pueden trasladarse también a los seres humanos.
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