Cada
vez es mayor el número de personas que normalizan el consumo de insectos como
fuente de proteína, sin embargo, no se trata solo de una tendencia propia de
países orientales, sino que a día de hoy la FAO quiere disponerse a extender y
popularizar la entomofagia.
Aunque
esta práctica puede parecer muy lejana, en muchos lugares del mundo se
considera el consumo de avispas, hormigas, larvas… como una práctica común que
puede proporcionarnos para ser exactos de 31 a 77 mg de hierro por cada 100 g de
su carne, lo que supone, como veis, un gran recurso para combatir la anemia.
En
especial, el interés mundial por estas criaturas de seis patas, no se reduce a
sus altos contenidos en hierro y proteínas, sino que también es importante
destacar la gran fuente de fibra y micronutrientes (magnesio,
fósforo, selenio, zinc…) que suponen, además de contener niveles altos de ácidos
grasos mono y poliinsaturados como ocurre con el pescado.
Sin
embargo, aunque todos estos datos resulten muy interesantes, el más atractivo y
característico de estas especies, es la existencia de la quitina en los mismos,
un polisacárido que cubre su cuerpo y que podría fortalecer nuestro sistema
inmune, gracias a la estimulación que produce en los macrófagos, además de que la quitina es especialmente antitumoral.
Finalmente otro punto a destacar, sería la poca emisión de gases contaminantes que los
mismos producen, a diferencia de los animales dedicados a la industria
alimentaria, lo que sería muy beneficioso ecológicamente.
En
mi opinión, la entomofagia puede ser muy positiva, no sólo por la gran fuente
de vitaminas y proteínas que contienen estas criaturas, sino también por su
gran versatilidad a la hora de tomarlos, ecología y disponibilidad.
Aquí os adjunto un vídeo explicativo y un pequeño
esquema para entender mejor
el consumo de insectos.
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