AVANCES EN EL CONTROL DE LAS
ENFERMEDADES INFECCIOSAS
Una gran revolución de la humanidad ha sido el control de las enfermedades infecciosas. El avance ha sido reconocer que las enfermedades no tienen un origen sobrenatural, conociendo el origen podemos prevenirlas y curarlas. El año 2020 pasará a la historia por la pandemia de covid-19, evidenciando que las enfermedades infecciosas no son algo del pasado y que incluso pueden ayudarnos a ser más efectivos en la investigación biomédica.
En el caso de la gripe española de 1919-1920, no se supo cuál era el agente infeccioso de la enfermedad. Las bacterias aisladas no cumplieron con los
postulados de Koch y, por tanto, hubo que descartarlas como origen de la gripe española. Al no conocer el germen que producía la gripe española, no se pudieron desarrollar tratamientos efectivos ni vacunas y la pandemia causó unos cuarenta millones de muertes en todo el mundo. Ahora sabemos que el germen causante no era una bacteria, sino un virus, el virus de la gripe A, subtipo H1N1.
Poco más de medio siglo después irrumpió el
sida como un extraño cáncer que afectaba a los homosexuales. La única manera de poder controlar la pandemia de sida era encontrar el patógeno que la producía. Hasta entonces, la esperanza de vida de un paciente de sida era de poco más de dos años y los pacientes desarrollaban graves problemas respiratorios y tumores en la piel llamados sarcoma de Kaposi. Ningún tratamiento dirigido a curar esas patologías conseguía frenar el curso fatal de la enfermedad. Solo cuando se identificó el virus VIH se consiguió averiguar cómo se transmitía la enfermedad, cómo se podía detectar a las personas infectadas para evitar que lo transmitieran a otras personas y, sobre todo, permitió que hubiese tratamientos efectivos que hoy salvan la vida a decenas de miles de personas.
Si en el caso del sida se tardó dos años en averiguar el agente infeccioso que causaba la enfermedad, en el caso del Covid-19 fue una cuestión de semanas. Científicos chinos, describieron que se trataba de un nuevo coronavirus, el SARS-COV-2, muy parecido al que causaba la enfermedad SARS. Conocer el patógeno que causaba la covid-19 hizo que de manera casi inmediata se empezaran a probar tratamientos que podían bloquear su entrada en las células o su capacidad de multiplicación. Apenas unos meses después se estaban probando varias vacunas y no antes de fin de año algunos países ya empezaron a vacunar a grupos vulnerables.
No nos equivocamos si afirmamos que el control de las enfermedades infecciosas ha sido la mayor revolución de la humanidad. La esperanza de vida al nacimiento en Europa era de poco más de treinta años. Esto era debido a una altísima mortalidad infantil y a que el riesgo de morir era alto en cualquier momento de la vida; una simple infección bacteriana podía hacernos enfermar gravemente y morir.
Sin embargo, lo que se ha aprendido del control y tratamiento de las enfermedades infecciosas no ayuda al tratamiento de otro tipo de enfermedades, muchas de las cuales son hoy incurables.
Estas enfermedades incluyen la mayor parte de los cánceres adultos, las enfermedades degenerativas y neurodegenerativas de distintos órganos, así como las enfermedades cardiovasculares. Aunque muchas de estas enfermedades se llevan estudiando durante décadas, aún no se ha conseguido ni prevenirlas ni curarlas con tratamientos efectivos y esto está en contraste con el éxito obtenido con las enfermedades infecciosas.
Para redactar este post, me he basado en la información de la noticia publicada por abc , el 14 de enero de 2021. Para entrar directamente en la noticia clique
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