La infame cubomedusa desarrolló su temiblemente poderoso veneno para aturdir o matar al instante a sus presas, como peces y camarones, de modo que al luchar para escapar no dañasen sus delicados tentáculos.
Su veneno, considerado entre los más letales del mundo, contiene toxinas que atacan al corazón, sistema nervioso y células cutáneas. Es tan insoportablemente doloroso que hay constancia de que algunas víctimas humanas han entrado en shock y se han ahogado o han muerto por fallo cardiaco incluso antes de alcanzar la orilla. Los supervivientes pueden sufrir fuertes dolores durante semanas, y a menudo les quedan importantes cicatrices en la zona de contacto con los tentáculos.
La cubomedusa, también llamada avispa marina, vive principalmente en las aguas costeras de Australia del Norte y por todo el mar Indopacífico. Son transparentes o de color azul pálido, y reciben su nombre por la forma cúbica de su campana. Desde cada esquina de la campana se extienden hasta 15 tentáculos que pueden alcanzar los tres metros de longitud. Cada tentáculo contiene unas 5.000 celdas urticariantes, que no se disparan al tacto, sino por la presencia de un químico en la capa externa de su presa.
La avispa de mar es una de las especies de medusa más avanzadas. Han desarrollado la capacidad de moverse, en lugar de simplemente flotar a la deriva, y son capaces de alcanzar los cuatro nudos por hora. Además, tienen ojos, agrupados de seis en seis, en los cuatro lados de la campana. Cada grupo incluye un par de ojos con un sofisticado sistema de lente, retina, iris y córnea, aunque los científicos no están seguros de cómo procesan lo que ven, ya que carecen de sistema nervioso central.
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