Según la noticia
publicada en el periódico ElMundo el pasado 7 de Mayo de 2012, si el tejido
adiposo de nuestro cuerpo fuera marrón en lugar de blanco, no tendríamos
problemas de obesidad porque se quemarían las calorías en lugar de
almacenarlas. Esta afirmación está basada en un estudio publicado en “Nature
Medicine”, que describe una molécula cuyo bloqueo provoca que la grasa blanca
empiece a funcionar de forma similar a la marrón, cosa que sería una buena
solución contra la obesidad. A este proceso se le ha llamado “browning”.
Gracias al catedrático de Bioquímica de la Universidad de Barcelona, Francesc
Villarroya hemos podido saber que el humano adulto tiene grasa marrón (que
antes se pensaba que sólo existía en la infancia), pero no está claro que la
cantidad sea suficiente para generar un impacto en la pérdida de peso, aunque
su efecto se incrementaría inducido por el frío. Después del frío, el segundo
gran activador de la grasa marrón sería el ácido retinoico, un derivado de la
vitamina A, más concretamente una enzima llamada ALDH1A1 de su metabolismo sería
el agente clave. Dicha enzima está muy presente en las células de la grasa
blanca y de algún modo actúa en la adipogénesis y la plasticidad de los
adipocitos. Según sus investigaciones, cuando se bloquea la actividad de
ALDH1A1 en los adipocitos blancos, estos empiezan a actuar como si fueran
células marrones (pardas).
Este estudio supone un
impulso en la importancia de la vitamina A y sus derivados para controlar la
grasa parda. La importancia de este estudio se halla en que este tratamiento
contra la obesidad actuará sobre señales metabólicas periféricas y que no sean
tratamientos dirigidos a controlar el hambre, la saciedad.
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