Un forastero que nunca haya residido a tal altitud como los tibetanos durante miles de años puede llegar a desarrollar a lo largo de su vida, un incremento hemoglobina, que es la que se encarga de transportar el oxigeno en el cuerpo, pero este tipo de personas tendría problemas a causa del incremento de hemoglobina ya que se considera una enfermedad conocida como el mal de montaña y se caracterizarían por tener una sangre espesa y viscosa, por lo que es sorprendente que los tibetanos después de llevar viviendo en esas condiciones miles y miles de generaciones presenten una grado de hemoglobina normal e incluso bajo.
Cuando los científicos realizaron el experimento mediante la toma de sangre de numerosos tibetanos de la alturas en comparación con sus homólogos en China, se quedaron perplejos porque se dieron cuenta que un gen en el cromosoma 2, llamado EPAS1, era el responsable de la producción de glóbulos rojos y la concentración de hemoglobina en sangre.
Y aunque todos los seres humanos presentamos el EPAS1, los tibetanos portan un versión especial del gen ya que con el paso del tiempo y el trabajo de la evolución, los individuos que heredaban esta variante eran más capaces de sobrevivir y transmitirla a sus hijos, hasta que finalmente se volvió la variante más común en la población tibetana en general.
http://www.amazings.com/ciencia/noticias/120710d.html
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