Cuando el dióxido de carbono que reside en dicha bebida carbonatada, es ingerido, se produce una carbonatación que provoca dos sensaciones distintas en nuestro cuerpo, concretamente en el esófago, por donde ingerimos dicho líquido, estas dos sensaciones son la de acidez y ardor. Estas sensaciones se traducen en un intenso hormigueo en la garganta y el esófago, cuando ingerimos con demasiada rapidez la bebida carbonatada.
Todo esto se traduce en una sensación de ardor porque los sistemas nerviosos que se encargan del dolor, presión cutánea y temperatura de la nariz y la boca se activan.
Hasta el día de hoy se desconocía por completo que tipo de células se encargan de este tipo de reacciones, pero en este estudio particular, en el que mediante una solución carbonatada que se hacía fluir por una placa sensorial con células características de la nariz y boca se acabó descubriendo que el gas reaccionaba únicamente con un solo tipo de células características, que son las TRPA1, conocidos por ser las responsables de encargarse de las sensaciones de dolor en general.
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