Así pues, cuando alguien se pone a dieta, los azúcares son uno de los alimentos que se suprimen o reducen bastante por su elevado poder de engordar. Pero a dicha persona le cuesta porque nuestro organismo tiene una especial capacidad para reconocer los azúcares y siente debilidad por este sabor, que generalmente se obtiene con productos calóricos que engordan.
Hasta ahora se sabía que los receptores T1r2+T1r3 eran los que permitían a las células del gusto, situadas en la boca, detectar todos los compuestos dulces (azúcares naturales, edulcorantes, fructosa y sacarosa). Sin embargo, en un estudio con ratones se vio que no toda la detección de este sabor se podía explicar con estos receptores, ya que cuando se suprimía uno de ellos los roedores eran capaces de seguir reconociendo el dulzor.
Pero los investigadores han descubierto , según publican esta semana en 'Proceedings of the National Academy of Sciences' (PNAS), que junto a estas proteínas receptoras del dulce, el cuerpo utiliza otros sensores que se encuentran en el intestino y en el páncreas y que, además de detectar los azúcares se encargan de absorberlos y de regular los niveles de glucosa en sangre.
Como he dicho al principio, los humanos ingerimos demasiados alimentos ricos en azúcares, para limitar de manera eficiente este consumo excesivo "necesitamos entender mejor cómo nuestro organismo reconoce y metaboliza los azúcares. Para satisfacer nuestra necesidad de azúcar sin excedernos en calorías tenemos que aprender a 'engañar' al organismo, y proporcionarle productos que el sistema digestivo identifique como dulce pero que no sean calóricos. Y para lograrlo, debemos activar todos los canales que se usan para detectar los azúcares y engañarlos a todos. Una misión difícil en la que se tiene que seguir investigando.
Y si esto se consigue, podríamos ver mucho más favorecida nuestra figura sin tener que hacer dietas muy estrictas ni sobreesfuerzos.
Esta es una notícia publicada en el periódico El Mundo.
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