Cuando llevamos algunos minutos con las piernas cruzadas o, en definitiva, con peso sobre ellas, al volver a levantarnos, movernos o cambiar de postura, sentimos una especie de hormigueo, un "dolorcillo". ¿Por qué?
La respuesta se halla en la propia compresión de las piernas (o la parte del cuerpo afectada, puede ser también, por ejemplo, una mano). La compresión provoca que los nervios se aplasten y en consecuencia se inflamen. Este cambio, provoca variaciones en la transmisión de los impulsos eléctricos que por ellos circulan. Como sabemos, hay tres tipos de nervios: sensoriales, motores y mixtos. Cuando los nervios afectados son los sensoriales y por eso, no percibimos con demasiada claridad qué pasa en la superficie de nuestra pierna, y por eso podemos tocar algo sin sentirlo. Cuando el nervio comprimido es motor, nos cuesta mover la pierna, o puede que ni siquiera seamos capaces de moverla.
¿Cómo solucionarlo? En general, es fácil: tanto como cambiar de postura o forzarnos a caminar un poquito a pesar de los pinchacillos que nos da el músculo afectado. Que en realidad no es el músculo, sino el nervio, que está tratando de recuperar su funcionalidad habitual. Sin embargo existen algunas enfermedades no demasiado frecuentes, pero que impide a las personas que las pedecen recuperar la funcionalidad de la mano, la pierna, el pie o la zona afecta. Los sintomas son los propios de un "adormecimiento de la zona" pero con una recuperación algo más costosa. Un ejemplo más cercano es el síndrome del túnel del carpo, y afecta a las manos. Las personas que lo padecen suelen hacer un abuso considerable de las manos a la hora de teclear, escribir al ordenador o a máquina, limpiar... en definitiva, ejercicios que implican muchos movimientos de muñeca.
Desgraciadamente, estas actividades pueden derivar en una patología crónica y afectar de por vida la recuperación de la movilidad y/o sensibilidad, sobre todo esta última. El uso en exceso, puede provocar la pérdida de mielina de las neuronas, la cual permite la correcta transmisión del impulso nervioso. Por eso los movimientos son torpes, muy difícil de hacer o pueden a resulta incluso imposibles.
En cualquier caso, para prevenir estas patologías que nos afectan de lleno, al pertenecer a una generación que emplea constantemente el ordenador como herramienta de trabajo, lo mejor es hacer pequeños descansos para permitir la recuperación de la movilidad y la sensibilidad así como descongestionar los nervios. No es aquí tan importante la alimentación como en otros problemas, como los hábitos de vida, que pueden determinar nuestra capacidad de trabajo.
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