Este equipo de especialistas se planteó la duda de cómo devolver la fertilidad a aquellos ratones a los que les habían extraído los ovarios. Para ello, contaron con la idea de la impresión en tres dimensiones de la estructura de los ovarios para que posteriormente, el organismo se encargara de acoplar estas nuevas piezas a la perfección.
Para llevar a cabo la idea necesitaban el material adecuado, por lo que descartaron la mayoría de las tintas ya que adquirían demasiada rigidez. Sin embargo, existía la opción de escoger un hidrogel apropiado que interactuara correctamente con el resto de órganos, de forma que finalmente, el material elegido fue la gelatina, como explicaban en la revista Nature Communications. Aunque la mayoría de hidrogeles suelen ser muy frágiles, este equipo de expertas encontró una gelatina que, además de sostenerse en capas sin ningún problema, deriva del colágeno, proteína muy presente en los ovarios.
Del mismo modo, la geometría de la impresión constaba de una gran importancia, a lo que las científicas respondieron con una distribución que daba a los folículos ováricos unos índices de supervivencia cercanos al 100% y una integración casi perfecta en el organismo de los ratones.
A las tres semanas de la operación ya había vasos sanguíneos irrigando los implantes, que comenzaron también a liberar las hormonas clave para la reproducción. Así pues, el resultado fue la obtención de varias crías, además de la producción de leche por parte de las madres para alimentarlas.
Para las investigadoras, el estudio resultó ser un éxito ya que, si sigue funcionando, en un futuro se podría aplicar a seres humanos, con lo que se podría resolver el problema de la esterilidad.
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