La plaga de picudo rojo que asola Castelló ha afectado ya a más de 5.000 palmeras en la provincia –1.000 de ellas en la capital de la Plana– lo cual ha supuesto unas pérdidas que a fecha de hoy superan los 60 millones de euros sólo en lo referente a los árboles infectados, según estimaciones de la Asociación de Jardineros Profesionales de Castelló (ASJAC).Este cálculo tiene en cuenta que el precio aproximado de una palmera adulta supera los 12.000 euros y ni siquiera contempla todos los gastos de tratamientos fitosanitarios, tala, retirada y gestión de los árboles muertos. Los jardineros siguen insistiendo en que resulta crucial que las palmeras muertas se eliminen a manos de empresas autorizadas y se remitan al vertedero de Godelleta (único autorizado por la Generalitat), dado que la acumulación indebida de los restos permite una rápida expansión de la enfermedad.
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La Conselleria de Agricultura se ha visto desbordada por una plaga que dijo tener controlada hace tres años y carece de presupuesto para afrontar la retirada y eliminación de todas las palmeras. La falta de recursos se combina con supuestas malas prácticas como la acumulación de restos de vegetación en vertederos irregulares, una circunstancia sobre la cual también se ha pronunciado el Colegio Oficial de Ingenieros Técnicos y Peritos Agrícolas de Valencia y Castelló (Coitavc). El foco de picudo rojo se detectó en octubre de 2007 en el entorno del Parque Litoral de la Playa del Pinar y llegó a tierras castellonenses en un cargamento de árboles infectados procedentes de Egipto que no cumplían los requisitos fitosanitarios.
Zonas de afección
Agricultura estima que la principal zona de afección se sitúa en el área del Grau de Castelló-Benicàssim y que la enfermedad se encuentra relativamente controlada en Almassora y Moncofa. Para cada una de estas demarcaciones se mantiene un perímetro de seguridad de 5 kilómetros.
No obstante, las autoridades locales y autonómicas han sido incapaces de controlar la plaga en un contexto enmarcado por los tiempos de reacción y la falta de recursos económicos.
De hecho, el concejal de Sostenibilidad, Gonzalo Romero, anunció las primeras medidas de tratamiento en la avenida Capuchinos dos años después de la aparición del brote, en septiembre de 2009. Hasta ese momento, el edil se limitaba a argumentar que el problema del picudo «es una competencia de la conselleria y no municipal».
Las consecuencias han sido devastadoras y la proliferación de palmeras muertas ha cambiado la fisonomía de la ciudad en puntos tan emblemáticos como la Marjaleria, el paseo Buenavista del Grau, la avenida Capuchinos, el entorno de la Basílica de Lledó o el parque Ribalta.
El picudo rojo (Rhynchophorus ferrugineus) es un insecto de origen asiático que se introduce en el tronco de la palmera, momento en el cual las posibilidades de curación son remotas.
No obstante, el Colegio de Ingenieros Técnicos Agrícolas reunió el pasado miércoles a expertos que investigan nuevos tratamientos como los nemátodos (insectos microscópicos que exterminan al picudo) o los hongos, aunque las posibilidades de curación y de prevención siguen siendo todavía inciertas y con un coste económico demasiado elevado.
Por lo pronto, los ingenieros agrícolas coinciden al señalar que la erradicación del picudo de Castelló será «casi imposible» y advierten que se trata de una plaga crónica, lo cual exigirá tratamientos de prevención continuos con un coste ostensiblemente superior a los 400 euros anuales por palmera.
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