divendres, 5 de març del 2010

cambios en el tratamiento de la hepatitis C





















SIDA, gripe y hepatitis, son tres nombres que te hacen sentir escalofríos al oírlos (puede que la gripe no tanto, pero cuando la cepa es especialmente peligrosa...).

¿La razón? Son tres de las peores enfermedades víricas que te puedes encontrar y han matado a millones de personas en los últimos años, lo cual le otorga un extra de dramatismo a la situación.

Además, son probablemente las tres enfermedades que más atención mediática han recibido; atención imprescindible a la hora de informar de las catástrofes que han llegado a producir y también para enseñar de métodos de prevención.

Centrándonos en la hepatitis, podemos decir de ella que posee varias cepas diferentes, todas muy peligrosas pero cada una con sus propios métodos de “hacer el mal”.

El estudio al cual hago referencia en este post focaliza su atención en la hepatitis C, una de las cepas antes mencionadas. Esta tiene especial afinidad por el tejido del hígado, donde causa secuelas que llegan a derivar en cirrosis e incluso cáncer de hígado.

Estamos hablando por tanto de un grave problema para nuestra sociedad, cuyo método de transmisión es la sangre infectada (sobretodo por consumo de drogas por vía intravenosa) y las relaciones sexuales no seguras, dos situaciones que en los últimos años se han multiplicado y son difíciles de controlar por el hecho de que se suelen realizarse fuera de la vista de la sociedad.

Ha sido pues, uno de los mayores intereses de la medicina moderna el finalizar con esta enfermedad y sus daños. La investigación de la cual voy ha hablar ha hallado una nueva forma de atacar a este virus para disminuir los efectos secundarios en el paciente causados por los medicamentos.

Dichos medicamentos suelen ser la ribavirina y el interferón, que producen terribles efectos secundarios; y sumado a la gran cantidad que debe ser utilizada los efectos se agravan.

La solución al problema la hallaron en uno de los ciclos vitales del virus, en su replicación. Una molécula llamada pirrolidina polisustituida que evitan esta replicación son la clave del nuevo tratamiento, que consiste en producir esta molécula e introducirla en la células infectadas para sintetizar otra molécula que actuá como agente antiviral.

Por tanto, se reduce la cantidad de medicamento aplicado y se potencian los efectos, además de facilitar a la industria farmacéutica material para producir nuevos y más efectivos medicamentos.

Todo esto es lo que no obliga a estar agradecido a la ciencia, en constante renovación para buscar hacernos la vida lo más sencilla posible.

Fuentes: sinc , elmundo.es