diumenge, 28 de novembre del 2010

Genes, cultura y dieta

Es una tesis totalmente cierta que la elección de alimentos y la actividad recolectora tiene un gran impacto en la supervivencia, reproducción de los individuos y finalmente, en su éxito evolutivo, en cambio en la especie humana, tendemos a ver la elección de los alimentos como un rasgo cultural que no está relacionado directamente con nuestro pasado biológico.

La tesis tradicional defiende que nuestros antepasados evolucionaron de manera gradual, de frugívoros a carroñeros, simplemente por la acción cambiante del medio en el que residian (sur y este de África).
La evolución biológica y cultural son fenómenos que pueden ir acompañados por lo que hay una teoría de la coevolución genético-cultural, que estudia las interacciones posibles entre los sistemas de transmisión tanto genético, como cultural.
La perspectiva de la coevolución genético-cultural nos ayuda a entender el proceso por el cual la cultura es modelada por los imperativos biológicos mientras que, de forma simultánea, las propiedades biológicas son alteradas por la evolución en respuesta a la historia cultural.



Econtramos ejemplos muy característicos de este hecho en la dieta humana, como el libro escrito por Richard Wrangham (Encender fuego: cómo cocinar nos hizo humanos), que trata sobre los impactos de la domesticación del fuego y sus consecuencias en la calidad de nuestra alimentación.
Algunos expertos defienden un enfoque memético de esta y otras transiciones en la evolución de la dieta humana. La memética estudia la velocidad de dispersión de unidades de información cultural denominadas memes, este término fue acuñado como analogía al concepto más familiar de gen. Un método especial de ahcer fuego que convierte al usuario en mejor adaptado para el consumo de ciertos recursos alimenticios correspondería a un meme.

PRIMEROS PASOS EN LA SABANA


La primera especie de homínido surgió hace entre diez y siete millones de años en un escenario ecológico para la evolución humana fue un clima totalmente seco. Los primeros homínidos respondieron al cambio climático con una combinación de adaptaciones biológicas y culturales que, potenciaron la supervivencia y reproducción del entorno cambiante, lo que provocó un cambio gradual de la dieta. El cambio dietético fue posible gracias a los útiles líticos usados en la manipulación de los alimentos y ocurrió lo mismo con los cambios en las estrategias recolectoras y la elección de alimentos.

El análisis de isótopos estables permite distinguir entre dietas basadas en plantas C3 y dietas basadas en plantas C4. C3 y C4 corresponden a dos rutas bioquímicas para la fijación de carbono en la fotosíntesis.
Las plantas C4 se adaptaban mejor a las condiciones de sequía que las plantas C3, por lo que el número de plantas C4 aumentará en relación al número de plantas C3. Los primero homínidos se separaban en australopitecinos (frugívoros) y los del género Homo (carroñeros y cazadores). Mientras que los Homo continuaron con las plantas C3, los australopitecinos ampliaron su dieta para incluir alimentos C4.
Esa diferencia emergente en la dieta contribuyó a la diversificación ecológica entre monos y homínidos, un paso cultural crucial en la evolución humana.


TAMAÑO CEREBRAL

El Homo Erectus que surgió hace 1,8 millones de años, sufrió un gran cambio adaptativo en la evolución humana, ya que presentaba un grado de encefalización mayor que cualquier especie actual de primate no humano. El aumento de tamaño cerebral se asociaba a un cambio de dieta.


Debido al mayor consumo energético del tejido cerebral, la evolución del cerebro humano, cada vez más voluminoso, ha tenido implicaciones importantes para las necesidades nutricionales de la especie homínida. Toda esta energía necesaria para estos cerebros emergentes se la proporicionaban dietas ricas en energía y nutrientes, que incluían carne. El mayor acceso a la comida animal parece haber proporcionado los niveles de ácidos grasos necesarios para sustentar la pronta evolución del cerebro homínido.
El fuego, gran protagonista de la influencia en la dieta de nuestros antepasados, empezó a utilizarse de forma habitual hace entre 50000 y 100000 años y su uso tuvo un grandisimo impacto en la dieta del H. erectus y sus posteriores como el Homo Sapiens.
La cocción de los tubérculos de la sabana y otros vegetales causa su reblandecimiento, incrementa su valor energético y la biodisponibilidad de nutrientes, además de aumentar las cualidades nutritivas de los tubérculos, ya que permite aprovechar mejor la energía de los carbohidratos y reducir el riesgo de infecciones microbianas, por lo que amplió considerablemente el abanico alimentario de los primeros humanos.


LA REVOLUCIÓN DE LOS CARBOHIDRATOS

El cambio gradual hacia la domesticación de plantas y animales significó entre otras muchas cosas, un aumento notable del porcentaje de carbohidratos en la dieta. La domesticación de animales incluyó una constante aportación de carne y otras fuentes de proteína animal. El fuego desarrolló un papel clave en el aprovechamiento inicial de los carbohidratos, ya que los carbohidratos de los alimentos dulces son muy energéticos y vitales para el ser humano. 

En las poblaciones paleolíticas de cazadores-recolectores, los carbohidratos escaseaban, por lo que era de suma importancia encontrar y detectar alimentos de ese tipo. Cuando se ingieren, los polímeros de gran tamaño como el almidón son en parte hidrolizados en la boca por la enzima amilasa y segmentados en azúcares, cuyo sabor dulce puede haber operado a modo de señal identificativa de fuentes de alimentos nutritivos. Posteriormente los humanos adoptaron una dieta rica en almidón; la función de la enzima amilasa en el tracto digestivo llegó a ser incluso más importante para descomponer el almidón.



TRANSICIÓN A LOS LÁCTEOS


Podemos observar un ejemplo clásico de la coevolución genético-cultural en la persistencia de la lactasa en humanos adultos. La leche contiene lactosa, un azúcar que debe ser digerido por la enzima lactasa antes de poder ser absorbido por el intestino.


La capacidad de los adultos para digerir la leche (tolerancia a la lactosa), es común en Europa septentrional, donde las antiguas poblaciones han usado lácteos  como fuente de energía para sobrevivir, en cambio en la Europa meridional y gran parte de Ásia el consumo de leche superada la infancia provoca a menudo trastornos gatrointestinales. Por otro lado, la leche constituye para los adultos una fuente de energía líquida y rica sin contaminación bacteriana, que potencia la supervivencia y el grado de adaptación. En el pasado, el fenotipo de persistencia de la lactasa indudablemente incrementó el éxito reproductivo de sus portadores.
La persistencia de la lactasa prácticamente no existía en los primeros agricultores europeos, según el análisis de los esqueletos humanos neolíticos, pero cuando empezó la producción lechera en el Neolítico superior, la frecuencia de los alelos de la persistencia de lactasa incrementó bajo una intensa selección natural, además el cambio cultural hacia la producción de leche condujo a la rápida evolución de la tolerancia a la lactosa, una de las pruebas más contundentes de la coevolución genético-cultural en los humanos modernos.

Por otra parte, también se ha producido coevolución genético-cultural entre el ganado y la cultura humana hacia rebaños de mayor tamaño y variedad genética; ello ha resultado en una mayor producción de leche y una composición de proteínas lácteas más apropiadas para la nutrición humana.






2 comentaris:

Rafa Mollà ha dit...

On està la notícia?

FERKO ha dit...

la notícia es principalment que la dieta que han utilitazat els essers evolutius dels essers humans a influit notablement en el seu desenvolupament i en variables com els carbohidrats i els lacteos. es a dir, som el que mengem, Rafa.