Rosalyn Yalow nació en 1921 en la ciudad de Nueva York y era la menor de una familia de clase trabajadora. Ya de pequeña demostró ser una niña brillante, fascinada por la lectura, las matemáticas y la química. La lectura de la biografía de Marie Curie y la asistencia a una conferencia sobre fisión nuclear contribuyeron a su decisión de licenciarse en Física.
Creció en una época en que se partía de la idea de que las mujeres eran intelectualmente inferiores a los hombres y, por tanto, tenían un acceso muy restringido a la ciencia. Con el estallido de la Segunda Guerra Mundial y la incorporación de los hombres al ejército, muchas universidades empezaron a aceptar mujeres en sus facultades.
Consiguió una plaza de profesora ayudante en la Escuela de Ingenieros de la Universidad de Illinois y descubrió que era la única mujer entre 400 alumnos y la primera desde 1917. Se doctoró en Física Nuclear en 1945.
A finales de la década de 1940, los hospitales de veteranos se transformaron en modernos centros de investigación y docencia. Yalow empezó a trabajar como consultora en la unidad de radioisótopos del Hospital de Veteranos del Bronx y al cabo de dos años tenía ya su propio laboratorio trabajando sobre la función tiroidea. Más tarde, inició una brillante colaboración con Salomon Berson.
Sus trabajos demostraron que pacientes diabéticos tratados con insulina de origen animal desarrollaban con el tiempo anticuerpos que la bloqueaban e impedían su función. No tan sólo demostraron por primera vez que una molécula pequeña podía provocar una respuesta inmunológica, sino que lo hicieron desarrollando una metodología revolucionaria : la técnica del radioinmunoensayo.
No fue fácil que su trabajo fuera aceptado. A mediados de la década de 1950 se creía que únicamente las proteínas de gran tamaño podían estimular una respuesta inmunitaria. Posteriormente, sus observaciones fueron confirmadas por otros científicos y sus descubrimientos fueron aceptados incluso por los más dogmáticos.
El radioinmunoensayo sedujo rápidamente a la comunidad científica. Permitió el análisis de compuestos biológicos que antes eran muy difíciles o imposibles de determina. Proporcionó toda la información que se conoce actualmente sobre la regulación de la secreción hormonal y las interacciones hormonales.
Aunque las posibilidades comerciales de la técnica eran enormes, Yalow y Berson nunca quisieron patentar su método. Para ellos patentar era privar a la gente de los descubrimientos con el fin de ganar dinero. La sencillez y facilidad de la metodología permitieron su uso extensivo en países subdesarrollados. Hoy en día, el radioinmunoensayo todavía se utiliza en los ensayos en los que se requiera una gran sensibilidad.
Información extraida de el periódico "El País", apartado de la salud (mensual de biomedicina y calidad de vida).
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