En toda el África Subsahariana, las estadísticas del VIH/sida son aterradoras: más de 26 millones de personas viven con el virus y 2,3 millones mueren cada año por enfermedades relacionadas con el sida. Durante 12 años Gideon Mendel ha documentado los efectos de esta enfermedad en los africanos, sus familias y comunidades; y con el tiempo ha comprendido que sus fotografías no bastan por sí solas para transmitir la realidad humana de la pandemia. Así que ahora ha decidido viajar con cámara y grabadora para que la gente le cuente con sus propias palabras cómo el VIH/sida ha cambiado su vida.
Lusikisiki es una región rural de la provincia de El Cabo Oriental donde la pobreza siempre ha sido un azote y donde ahora la pandemia ha complicado aún más la supervivencia. Aun así, en algunos aspectos los afectados de esta zona son más afortunados que la mayoría de los africanos que se enfrentan a la enfermedad. En los últimos dos años, casi 800 habitantes de Lusikisiki han sido tratados con fármacos antirretrovirales (ARV), administrados por Siyaphila La ("Aquí vivimos"), un proyecto conjunto de la Fundación Nelson Mandela, Médicos Sin Fronteras y las autoridades sanitarias locales.
Siyaphila La afirma que el tratamiento con tres fármacos utilizado por millones de occidentales sólo se le puede administrar a un 11% de los africanos con sida ya que es demasiado caro y complicado de administrar en las comunidades africanas pobres. El proyecto se basa en la participación de enfermeras en ambulatorios, en el uso de ARV genéricos y en el compromiso de los pacientes y sus familias con el régimen de tratamiento diario. Siyaphila La también está desafiando el estigma social que pesa sobre el VIH/sida. En lugar de temer a la enfermedad por su poder mortífero, la población de Lusikisiki la ve ahora como una afección crónica manejable. Los pacientes, así como sus familias, el personal sanitario y otros miembrios de la comunidad llevan camisetas con la leyenda VIH positivo. La franqueza con que la gente del lugar afronta la enfermedad les confiere una fuerza y un valor admirables.
Dicen que la palabra Lusikisiki evoca el sonido del viento entre los juncos. Quizás ese viento pronto se haga oír en todo el continente.
Una niña africana contó su propia historia: "Me llamo Nomfumaneko Yako. Tengo quince años. Caí enferma en mayo del año pasado. Me dijeron que debía hacerme la prueba del VIH. Me dio positivo. Sentí un gran pesar en el corazón cuando lo supe, pero no lloré. Las enfermeras me dijeron que no tenía que tener miedo y que si tomaba la medicación, me pondría bien.
Por un tiempo me sentí más fuerte, pero ahora no puedo hacer nada. Estoy muy débil. Me cuesta hasta dar unos pasos. Mi hermana me ayuda a levantarme. Mi familia me apoya. Están conmigo cada vez que tomo la medicación. Me siento feliz porque me demuestran que me quieren.
Cuando me recupere, quiero volver a la escuela y estudiar para enfermera. Mi sueño es ayudar a otra gente que está muy enferma." Pero desgraciadamente no pudo cumplir sus objetivos ni lograr ayudar a otras personas enfermas ya que el pasado noviembre Nomfumaneko falleció.
El video expuesto se trata de un fragmento de un programa de radio que habla sobre como sería posible reducir los casos de sida en el continente africano.
Información extraida de un reportaje de África de la revista "National Geographic".
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