dimarts, 18 de novembre del 2008

Ballenas francas: unas en extinción, otras reproduciéndose


Las colisiones con barcos y los aparejos de pesca han diezmado el número de ballenas francas septentrionales. Pero en aguas australes, la población de sus parientes del hemisferio Sur va en aumento
La ciencia llama a este animal Eubalaena glacialis, la «ballena buena, o verdadera, del hielo». El nombre común está cargado de ironía: ballena franca. Los balleneros le dieron este nombre porque es confiada, no se esconde y es fácil de cazar. Prefiere las aguas someras de la costa, pasa cerca de los puertos, nada lentamente y suele permanecer bastante tiempo cerca de la superficie. Estas características hicieron de ella una presa fácil de arponear. Además, su pesca se ve favorecida por el hecho de que, una vez muerta, suele flotar gracias a su gruesa capa de grasa, que los balleneros transformaban en aceite.Allí los balleneros montaron puestos de operación en la península del Labrador y cazaron de 25 000 a 40 000 ballenas de cabeza arqueada junto con una cantidad desconocida de ballenas francas (los registros rara vez distinguen entre esos dos titanes de aspecto tan similar). Para la época en que la gente de Nueva Inglaterra entró al negocio de la matanza de ballenas francas, lo que cazaban eran las sobras. Aún así mataron aproximadamente otros 5 000 ejemplares; en parte, porque las ballenas se volvieron más valiosas por sus barbas que por el aceite E. glacialis, la primera de las grandes ballenas en ser cazada comercialmente, alimentó las lámparas del Viejo Mundo desde la Alta Edad Media y durante todo el Renacimiento. En el siglo XVI los europeos ya habían exterminado la población oriental del Atlántico Norte y se dirigieron entonces a las costas de América del Norte.

A principios del siglo XX, la cantidad de ballenas que quedaba de esta especie se contaba por docenas. La caza comercial con arpones no se prohibió sino hasta 1935.

En la actualidad existen aproximadamente de 350 a 400 ballenas francas del Atlántico Norte. Las sobrevivientes emigran a lo largo de la costa este de América del Norte entre las áreas donde abunda la comida en el Golfo de Maine y los sitios donde suelen pasar los meses del invierno hacia el Sur; las hembras preñadas emprenden una travesía de alrededor de 2 200 kilómetros, hasta las áreas donde tradicionalmente van a parir cerca de las costas de Georgia y Florida. Se desplazan por un tramo del océano demasiado urbanizado.

2 comentaris:

Aida Sánchez Dalmau ha dit...

El paso de como han ido desapareciendo este tipo de ballenas me ha parecido muy curioso. La falta de preservar esta especie desde un principio ha hecho que ahora queden muy pocos ejemplares y estamos al límite de perderla. Muchas personas piensan que el perder una especie de tantas que hay, no es importante; pero la verdad es que ésto no solamente hace que desaparezca esta especie sinó que, desaparecen muchas otras; tanto animales como vegetales, ya que se modifica la cadena trófica a la que pertenece. Por eso, se deben tomar medidas desde un principio con el fin de evitar este tipo de situaciones.

Paco Rambla ha dit...

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