La angustia de respirar sin poder respirar. Hoy, un asmático se decide a explicarnos sus experiencias sobre el ataque de asma hasta que comenzó a controlar médicamente su enfermedad: La sensación de asfixia, la pérdida de visión, las palpitaciones...
El asma es una de las enfermedades de nuestro tiempo. Sin que sepamos muy bien por qué, esta enfermedad ha ido aumentado espectacularmente su frecuencia en los países desarrollados y las previsiones indican que con las décadas irá a más. La contaminación ambiental y una excesiva higiene durante la infancia son las principales teorías que explican este aumento, pero aún queda mucho por saber.
Juan (nombre ficticio) es uno de los cerca de tres millones de asmáticos en España. Aunque en la actualidad tiene su enfermedad controlada médicamente, hubo una época en la que dejó el tratamiento a un lado. Algo que suele ser muy frecuente: Aproximadamente uno de cada tres asmáticos no tiene controlada su enfermedad, ya sea por no estar correctamente diagnosticada o por no mantener una constancia en el tratamiento, una postura que debe ser fundamental en esta enfermedad crónica.
Esta inconstancia en el tratamiento favorece la aparición del temido y conocido "Ataque de asma". De normal, los asmáticos (sin tratamiento) poseen unos bronquios (conductos aéreos dentro del pulmón) más estrechos que las personas normales. Esta estrechez se debe a que tienen una inflamación crónica. A la larga, se puede llegar a la obstrucción de estos bronquios favorecida, además, por la presencia de gran cantidad de moco en el interior. Si la capacidad respiratoria ya es de por sí inferior cuando no se sigue un tratamiento (y que dependerá de la gravedad del asma) cuando aparece un ataque esta capacidad respiratoria se vuelve muy inferior a la que el sujeto necesita para respirar correctamente.
El ataque de asma se inicia tras la exposición a uno o varios desencadenantes que terminan induciendo una fuerte respuesta inflamatoria hasta el punto de obstruir completamente los bronquios (broncoespasmo). Estos desencadenantes son diferentes para cada persona y suelen ser alérgenos (polvo, polen, contaminantes...), aunque hay mucha variedad. En el caso de Juan, su desencadenante principal era el ejercicio físico con aire frío. Un desencadenante relativamente común entre los asmáticos.
Aquellos que han sufrido varios ataques suelen conocer cuales son sus límites durante los mismos. Saben que al disminuir al máximo la actividad física o el estado de ansiedad sobrellevan mejor la mermada capacidad respiratoria de ese momento. Al final, se trata de disminuir lo máximo posible el consumo de oxígeno.
Lo que Juan sentía cuando dejaba de percibir sonidos temporalmente y sufría el dolor de cabeza se debía a una falta de oxígeno a nivel cerebral.
En las fases más avanzadas de una asfixia, el déficit de aporte de oxígeno a nivel cerebral lleva a una pérdida de visión paulatina, tanto del campo de visión como en la percepción de colores.
2 comentaris:
Una notícia muy interesante. Me ha sorprendido saber que el asma está tan extendido... Se habla mucho de Sida y de gripe, y muy pocas veces oímos hablar de asma, pero es una enfermedad muy problemática, ya que reduce la entrada del elemento que más necesitamos, el oxígeno, en nuestro cuerpo.
Además de ser interesante, la notícia está bien redactada, pero me habría gustado algún link más, porque el único que hay no funciona.
Estic d'acord amb MArta
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